Las curvas más famosas (y peligrosas) del automovilismo mundial

No hay duda que el automovilismo es un espectáculo de potencia y habilidad. Pero, si hay un elemento que destila la esencia pura de este deporte, son, sin duda, las curvas. 

En esos giros del asfalto es donde pilotos y máquinas se enfrentan a las leyes de la física de la manera más cruda, donde el coraje se mide en grados de volante y presión sobre el acelerador. 

Son innumerables los trazados que existen en el planeta, cada uno con su carácter particular, pero ciertos virajes han trascendido, convirtiéndose en leyendas, en verdaderos íconos del desafío.

La física puesta al límite

Antes de adentrarnos en estos templos de la velocidad, resulta fundamental comprender por qué una curva representa semejante reto. Al tomar un giro a alta velocidad, entra en juego un concepto físico crucial: la fuerza centrífuga. 

Bueno, para ser precisos con la física, lo que actúa sobre el coche es la fuerza centrípeta, que lo obliga a cambiar de dirección y seguir la trayectoria curva. Sin embargo, desde la perspectiva del piloto y del propio vehículo, lo que se siente es una fuerza que empuja hacia el exterior de la curva, esa es la que popularmente llamamos centrífuga (en realidad, es la inercia resistiéndose al cambio de dirección).

Cuanto mayor es la velocidad y más cerrado es el radio de la curva, mayor es esta fuerza. Aquí es donde introducimos las famosas “fuerzas G”. Una G equivale a la fuerza de la gravedad que experimentamos normalmente, como al caer de un trampolín a una piscina. 

Al tomar una curva a gran velocidad, un piloto puede experimentar fuerzas laterales de 3, 4, 5 Gs o incluso más. Esto significa que su cuerpo, especialmente cabeza y cuello, pesa efectivamente cinco veces más de lo normal, todo ello mientras debe mantener la concentración, operar los controles con precisión y leer la pista. 

En cuanto al auto, las llantas luchan por mantener el agarre, la suspensión trabaja al límite y el chasis se retuerce bajo la tensión. Es una danza violenta y fascinante contra las leyes naturales, magnificada por la velocidad.

Curvas más famosas: Un recorrido por la geografía del vértigo

Habiendo puesto en contexto el desafío físico, emprendamos un viaje por algunas de las mejores curvas del mundo del automovilismo, y es que claro está que las carreteras son punto y aparte. 

Es importante señalar que esta selección es, por naturaleza, subjetiva y que cada aficionado tendrá sus favoritas. Aquí presentamos once ejemplos, uno por circuito, para ofrecer una visión variada:

Eau Rouge/Raidillon (Spa-Francorchamps, Bélgica): Quizás el complejo de curvas más icónico del planeta. Una bajada vertiginosa seguida de una compresión brutal y una subida ciega hacia la izquierda y luego derecha. Afrontarla a fondo requiere una mezcla de valentía sobrehumana y confianza ciega en la máquina. La sensación de ingravidez en la cima es, según los pilotos, incomparable. Pasar aquí a más de 300 km/h es, sencillamente, de otro mundo.

El Sacacorchos / The Corkscrew (Laguna Seca, Estados Unidos): Su nombre lo dice todo. Una chicana izquierda-derecha en la cima de una colina, seguida de una caída abrupta y ciega. Los pilotos ven el cielo y, de repente, el asfalto desaparece bajo ellos. Calcular el punto de giro y la frenada es un arte que exige nervios de acero y ha sido escenario de adelantamientos memorables que desafían la lógica.

130R (Suzuka, Japón): Un larguísimo y rapidísimo viraje a izquierdas que se toma casi a fondo. Pone a prueba la estabilidad aerodinámica del coche y el temple del piloto. Un pequeño error a esas velocidades tiene consecuencias graves. Su nombre proviene de su radio original de 130 metros, y aunque ha sido ligeramente modificada por seguridad, sigue siendo un desafío monumental.

Maggots-Becketts-Chapel (Silverstone, Reino Unido): Más que una curva, es una secuencia fluida y rapidísima de cambios de dirección (izquierda-derecha-izquierda-derecha). Exige una precisión absoluta y un coche con una respuesta aerodinámica excepcional. Ver a los monoplazas modernos devorar esta sección a velocidades de vértigo es un espectáculo de eficiencia y control al límite.

Karussell (Nürburgring Nordschleife, Alemania): En el “Infierno Verde”, hay muchas curvas temibles, pero el Karussell es único. Un viraje peraltado, casi como una horquilla excavada en la pista, con una superficie de cemento rugoso. Los autos literalmente “caen” dentro de ella, y la suspensión sufre mientras el piloto lucha por mantener la trayectoria ideal en este carrusel inclinado.

Parabolica (Monza, Italia): La última curva del Templo de la Velocidad. Un viraje largo y abierto a derechas que desemboca en la recta principal. Crucial para obtener una buena velocidad punta, exige gestionar la aceleración con sumo cuidado. Aunque la escapatoria de grava original ha sido sustituida por asfalto, restándole parte de su antiguo peligro, sigue siendo un desafío técnico y un lugar cargado de historia.

Loews / Fairmont Hairpin (Mónaco): En el extremo opuesto del espectro de velocidad, encontramos la curva más lenta del calendario de F1. Una horquilla increíblemente cerrada y cuesta abajo, donde los equipos incluso modifican la dirección de los coches para poder tomarla. Navegar por ella sin incidentes, especialmente en las primeras vueltas, es un logro en sí mismo.

Senna ‘S’ (Interlagos, Brasil): Nombrada en honor al legendario piloto brasileño, esta secuencia izquierda-derecha en bajada sigue a la recta principal. Es uno de los puntos de adelantamiento más claros del circuito, pero también técnicamente complejo debido al cambio de elevación y la fuerte frenada inicial.

Porsche Curves (Circuit de la Sarthe, Le Mans, Francia): Hacia el final de la larguísima vuelta de Le Mans, esta secuencia de curvas rápidas y fluidas (derecha-izquierda-derecha) exige una precisión absoluta y un ritmo constante. Especialmente desafiante durante la noche o con tráfico, un error aquí puede ser catastrófico en una carrera de 24 horas.